Los valores como necesidad práctica en una Cultura de Paz
Values as a practical necessity in a Culture of Peace
José Daniel Romero
Código ORCID 0000-0001-9142-5167
Resumen
En una sociedad marcada por
el individualismo y la intolerancia, surge la reflexión sobre la necesidad de
una Cultura de Paz, el artículo destaca la importancia de los valores humanos
como cimiento esencial para la convivencia. Analiza el concepto de Cultura de Paz
y su conexión con valores como el respeto, la solidaridad y la tolerancia. El
texto explora la génesis de los valores en la niñez, subrayando la influencia
de la familia y la escuela. Aborda la tipología de valores, destacando su papel
en la toma de decisiones y comportamientos. Se enfoca en tres valores
fundamentales para la Cultura de Paz: respeto, solidaridad y tolerancia,
analizando sus implicaciones y aplicaciones.
Abstract
In a society marked by
individualism and intolerance, reflection on the need for a Culture of Peace
arises, the article highlights the importance of human values as an essential
foundation for coexistence. It analyzes the concept of Culture of Peace and its
connection with values such as respect, solidarity and tolerance. The text
explores the genesis of values in childhood, highlighting the influence of
family and school. It addresses the typology of values, highlighting their role
in decision-making and behavior. It focuses on three fundamental values for the
Culture of Peace: respect, solidarity and tolerance, analyzing their
implications and applications.
Introducción
En la sociedad globalizada de las nuevas generaciones llena de
artificios, de instrumentos y tecnología, pero vacío de dirección y objetivos
éticos, caracterizadas por la defensa de valores centrados en el
individualismo, la insolidaridad y el no reconocimiento del otro en el
establecimiento de relaciones, o como Zygmunt Bauman en su obra la modernidad
líquida, denomina como sociedad moderna fragmentada por el individualismo y la
intolerancia (2017).
Estas dinámicas inhiben los procesos de participación de las comunidades,
privando a la ciudadanía de la posibilidad de realizar una reflexión ética que
ponga en el centro el bienestar del otro.
Por su parte el concepto de Cultura de Paz, ha evolucionado desde su
aparición original, obra del pensador, filósofo y pedagogo Felipe Mac Gregor,
sacerdote Jesuita. La necesidad de una Cultura de Paz, contrapuesta a una
cultura de la violencia ha sido reivindicada y enriquecida por diversas
organizaciones mundiales a favor de una nueva forma de convivencia, de ahí que
los aspectos que abarca se han ampliado desde entonces para definir las
estrategias de búsqueda de la paz mundial.
Lo cierto es que la Cultura de Paz comienza en la conciencia del
individuo hasta formar parte del sentido de todos. Aunque es innegable el
aporte de los Estados y demás organizaciones internacionales en la construcción
de una cultura de paz, sin los valores humanos que los seres humanos
desarrollamos desde la familia, la cultura, la religión, no es posible
transformar la violencia.
Los individuos y las sociedades que aceptan y practican la paz como
valor, también promueven el bienestar de sus ciudadanos y la aceptación de las
diferencias, abriendo las puertas a la práctica de otros valores, como: la
tolerancia, el respeto, la solidaridad, el amor y la justicia.
Construir una Cultura de Paz lleva al compromiso de erradicar valores negativos y asumir la práctica de valores humanos y éticos que reconozcan a todos los seres humanos y otros seres vivos, como sujetos de nuestro cuido y amor, en la misma medida en que nos cuidamos y amamos a nosotros mismos.
En las escuelas primarias, niños y niñas tienen contacto con los valores que la sociedad desea que adopten como ciudadanos, pero está claro que en el conocer los valores y cómo aplicarlos, hay enormes vacíos. Por eso, es necesario reflexionar sobre los valores y la responsabilidad que tenemos como individuos para transformar nuestra sociedad.
1. ¿Qué son los valores?
Cuando hablamos de valores, por lo general lo relacionamos con
principios, virtudes o cualidades que caracterizan al ser humano, o bien, lo
pensamos en el reconocimiento que le damos a una acción socialmente valorada o
importante.
Para la Fundación Centro de Estudios para la Paz (2023) los valores,
‘‘Son convicciones que ayudan a tomar decisiones sobre lo correcto o
incorrecto, lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, lo bueno y lo malo,
en una sociedad o grupo en un determinado momento histórico’’.
Es decir que los valores son manifestados en las cualidades de las
personas, pero también son una especie de fuerza interior que impulsa a la
persona a actuar de una manera conforme a sus creencias. Los valores están
detrás de nuestras conductas y en la forma en que expresamos nuestros
sentimientos e intereses.
Los valores gobiernan las decisiones y los impulsos de las personas y son
una especie de brújula que orienta la forma de establecer lo correcto. Dentro
de ese conjunto de valores que tiene el ser humano hay unos más incidentes que
otros a los que les solemos dar más importancia, es decir que indican una
escala de importancia, útiles cuando se contraponen uno con otro.
Nuestras actitudes y conductas son un reflejo de valores, sentimientos y
creencias en las que hemos sido formados como individuos sociales a través de
agentes de socialización, entre las que destacan como más importantes la
familia y la escuela, ya que son responsables de nuestra primera etapa de
socialización y ejercen influencia sobre aquellos aspectos básicos de la
personalidad que pueden orientar comportamientos sociales, convirtiéndose en lo
que autores como Muñiz nombran la valoralidad, término relacionado con los
valores personales y la percepción subjetiva de lo que es valioso o importante.
Se destaca la niñez porque en ella adquirimos ciertas nociones sociales
procedentes de la familia y la escuela, mismas que son utilizadas para
construir los esquemas mentales que servirán para comprender las relaciones
interpersonales, por tanto el capital cultural aportado por estos agentes es un
condicionante clave para la conformación de la cultura del ciudadano.
Por lo tanto, se podría decir que los valores son la base esencial para que podamos vivir en comunidad y relacionarlos de forma positiva y constructiva con las otras personas y demás seres vivos.
Más que un conjunto de reglas o normas de comportamiento más cercano al concepto de moral, los valores son los que están en el fondo de las decisiones que tomamos, lo que nos lleva a actuar de una manera que nos hace sentir bien con nosotros mismos.
2. Tipología de los valores
Si hacemos una revisión bibliográfica sobre los tipos de valores que
existen, encontraremos que se clasifican de distintas maneras, pero en relación
al modelo de Cultura de Paz, lo que interesa es enfocarnos en los valores
humanos, familiares, sociales, culturales y religiosos.
Valores humanos: Son todas las virtudes y
principios que posee una persona para orientar su comportamiento y realizarse
como ser humano. Los valores humanos orientan las metas personales y colectivas
que nos proponemos, y son esos mismos valores los que inciden en nuestros
intereses, sentimientos y convicciones.
Valores sociales:
Son las formas de pensar, comportarse y relacionarse que la sociedad
espera de sus miembros. Los valores sociales se han forjado en siglos de
relación e intercambio entre las personas y se han tenido por buenos y
necesarios para la convivencia.
Valores
culturales: Muchos grupos humanos se han conservado unidos desde hace mucho tiempo,
en ellos existen creencias y tradiciones distintas al resto, así como
costumbres, al hablar de estos grupos, nos referimos a comunidades, naciones o
etnias, quienes conservan un sistema de valores propios.
Valores religiosos: Se trata de los principios y conductas que transmiten las religiones de acuerdo a los textos sagrados y que las personas adoptan como parte de sus creencias.
3. Valores de la Cultura de Paz
Existen valores que dan contenido a la Cultura de Paz, estos son: El
respeto, la libertad, la justicia y la tolerancia, el pluralismo, la
solidaridad, la cooperación, la diversidad, el diálogo y el entendimiento.
Como seres humanos sociales hemos sido formados en valores por los
diferentes agentes que se destacaron en el anterior punto. Esta formación nos
impulsa a practicar y difundir creencias de una persona o grupo social, en la
que damos una inversión emocional, ya sea en favor o en contra, que nos acercan
o nos alejan a las personas al entendimiento y la convivencia.
Al poner en práctica los valores nos damos cuenta que unos contenidos en
otros. Por esta razón me limitaré a señalar los que considero son los 3 valores
fundamentales de la Cultura de Paz:
1.
Respeto
La palabra respeto significaba en sus orígenes atención o consideración.
Una definición muy simple, pero muy profunda de respeto es: el reconocimiento
de los intereses y sentimientos del otro en una relación.
Se trata de un valor que permite al ser humano reconocer, aceptar,
apreciar y valorar las cualidades del prójimo y sus derechos. Es decir, el
respeto es el reconocimiento del valor propio y de los derechos de los
individuos y de la sociedad. (González, 1996)
El término es aplicable a las relaciones interpersonales e intergrupales de
cualquier índole, por lo que poner en práctica este valor en la construcción de
una Cultura de Paz implica:
Ø Un trato cortés con las
personas o grupos con los que nos interrelacionamos.
Ø Garantizar transparencia
en nuestras relaciones y velando por el bienestar común.
Ø Reconocimiento de los
valores y derechos inherentes de cada persona y de la sociedad.
Ø Reconocimiento y
aceptación de los intereses del otro en una relación.
Ø Reconocer la identidad
del ser humano y aceptar el derecho a ser diferente.
Ø Estar consciente de que
todos tenemos derecho a desarrollarnos de forma plena e integral con base a
nuestras convicciones o cosmovisiones.
2.
Solidaridad
Solidaridad significa solidez, refiriéndose a algo entero, compacto,
unido, su valor data en el bien que se hace a un ser humano igual en dignidad, al
igual que el amor, que sostiene la convivencia armoniosa de las personas.
Desde una concepción teológica, según el Diccionario Enciclopédico de
Biblia, ‘‘(…) es una virtud que lleva a
unirse a otros seres humanos o grupos para alcanzar un fin bueno y acorde con
los sentimientos de fraternidad y colaboración’’.
Por su parte, desde una concepción más jurídica, Cabanellas (2006) la
define como, ‘‘Actuación o responsabilidad total en cada uno de los titulares
de un derecho o de los obligados por un acto o contrato’’ (p.442). Lo que
convierte a la responsabilidad en un acto de responsabilidad compartida.
Finalmente, en el Diccionario de la lengua española, este concepto se
define como, ‘‘(...) un valor tradicional que mueve a cooperar y brindar apoyo a una
persona necesitada en un momento de vulnerabilidad, por encima de nuestras
propias necesidades y prejuicios’’ (p. 8093).
Todas estas conceptualizaciones tienen en común los conceptos de
responsabilidad, cooperación y generosidad, valores altruistas del ser humano.
Por lo que poner en práctica la solidaridad para la construcción de paz implica:
Ø Unir esfuerzos para
conseguir un fin común dentro de la comunidad, dicho fin de orden económico,
político, social o cultural.
Ø Favorecer la convivencia
entre todos los seres humanos, independientemente de su género, etnia,
religión, nacionalidad o cualquier categoría o característica diferenciadora.
Ø Apoyar a las poblaciones,
comunidades e individuos que se encuentran en situación de vulnerabilidad.
Ø Apoyar las causas justas
y no quedarse como espectador pasivo.
3.
Tolerancia
Según la declaración de Principios de Tolerancia de la UNESCO, este valor
se define como:
El respeto, la aceptación
y el aprecio de la riqueza infinita de las culturas de nuestro mundo, de
nuestras formas de expresión y medios de ser humano. La fomentan el
conocimiento, la apertura de las ideas, la comunicación y la libertad de
conciencia.
Sobre la tolerancia esta
Declaración señala que es una virtud que hace posible la paz al sustituir la
cultura de guerra por la cultura de paz, en nombre de la tolerancia no pueden
quebrantarse ni los derechos humanos ni las libertades individuales y que es
una obligación política, además de un deber moral.
En otras palabras, la tolerancia significa la capacidad de reconocer que los seres humanos son diversos e independientemente de su aspecto, situación, forma de expresarse, comportamiento y valores, tienen derecho a vivir en paz.
Por lo que poner en práctica la tolerancia para la construcción de paz, conlleva:
Ø Respetar, aceptar, apreciar la riqueza de la
diversidad cultural, las diversas formas de expresiones culturales y las
diversas formas de ser humano.
Ø Ser tolerante significa
no ejercer ningún tipo de presión sobre nadie para cambiar sus creencias,
respetar los hábitos contrarios y estar libre de prejuicios.
Ø Rechazo a absolutismos y
dogmas.
Ø Respetar los derechos humanos, exigir la justicia social y reclamar nuestro derecho a expresarnos libremente.
4. Relación Cultura de Paz y Valores
Entendiendo la concepción del acápite, acerca de que los valores son los pensamientos profundos que le son inculcados al ser humano desde su entorno. Los valores le dan al ser humano la seguridad de estar haciendo lo correcto y que su comportamiento no va a ser desaprobado o sancionado por el resto de individuos.
Los valores son la base práctica y el camino para alcanzar una Cultura de Paz, ya que estos son los que inspiran las actitudes y comportamientos cotidianos de los individuos en sus relaciones.
Mayor Zaragoza (1994) señalaba en su discurso inaugural como Director de la UNESCO;
La Cultura de Paz implica también un espíritu de respeto y aceptación recíprocos entre las culturas, ideologías y creencias. Es un conjunto de convicciones, una moral y un estado de espíritu individual y colectivo, una manera de ser, de actuar y de reaccionar.
Por lo que la Cultura de paz propone al individuo a través de la educación otra forma de entender su relación con otros seres humanos, distinta a los valores que adquirimos en la violencia cultural, entendida como costumbres y tradiciones aceptadas, como válidas y verdaderas, a lo que precisamente, Galtung (2003) denomina violencia cultural, por ser el elemento que justifica la violencia directa y la estructural y se acepta por tradición cultural.
Pero independientemente de cualquier situación que se encuentre el ser humano, la Cultura de Paz insiste en que los valores de la cooperación, respeto, tolerancia y justicia son los que pueden transformar el conflicto.
Conclusiones
Aunque la Cultura de Paz es un modelo integral, sus alcances y bases
provienen de fuentes diversas que se conectan con los valores que adquirimos de
nuestro entorno, familia, centros educativos, cultura, religiones y medios de
comunicación.
La Cultura de Paz se fundamenta en la transformación pacífica de
conflictos, la igualdad entre los seres humanos, la garantía de los derechos
humanos, el desarrollo humano, etc. El alcance de cada una de estas metas, no
se podría lograr si como seres humanos, no ponemos en práctica los valores de
la Cultura de Paz.
Vivir y practicar valores como el respeto, la solidaridad y la tolerancia
nos llevan a reconocer a los otros y las otras como seres humanos iguales en
derechos y dignidad, pero también en obligaciones. Nos llevan a apreciar la
riqueza que existe en la diversidad, a reconocer que hay muchas formas de vivir
y desarrollarnos en la sociedad, y a aceptar que todos somos iguales. Estos
valores nos permitirán ponernos en el lugar del otro, y estar consciente que a
todos se nos deben garantizar nuestros derechos.
Como se analizó en el concepto de Cultura de Paz, este solo puede
materializarse con un cambio de actitudes y comportamientos y estos
definitivamente dependen de los valores que obtenemos de nuestro entorno.
Por tanto, es nuestro deber como seres sociales practicar los valores base de la Cultura de Paz y velar para que sean enseñados y promovidos en todos los espacios de interacción social, como escuelas, iglesias y universidades. Es también deber de los Estados fomentar una educación en valores para la paz, que promueva la práctica de los mismos en todas las estructuras de la educación.
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