La educación para la paz como disciplina académica

Educación para la paz como disciplina académica

La Educación Para la Paz como disciplina académica

MSc. Celina García

Primera Mención Honorífica del Concurso de la Organización de los Estados Americanos

Comisión Interamericana de Mujeres 1986 Año Interamericano De la Paz

 PRÓLOGO

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), por iniciativa de Costa Rica, acordó declarar el año 1986 como “Año Internacional de la Paz”.


En la Vigésimo Segunda Asamblea de Delegadas de la Comisión Interamericana de Mujeres en 1984, se tomó la decisión de contribuir al "Año Internacional de la Paz" mediante la organización de un concurso de monografías sobre "Educación para la Paz". Esta iniciativa se basaba en la comprensión de la paz como algo más que la simple ausencia de conflictos armados, abarcando el respeto mutuo entre los pueblos, el apego al derecho, la tolerancia y la eliminación de manifestaciones de racismo, intolerancia religiosa y nacionalismo agresivo.


El Comité Costarricense de Cooperación recibió ocho trabajos para participar en el concurso, y en enero de 1985 se estableció una comisión para preseleccionar las monografías que serían enviadas a la Comisión Interamericana de Mujeres. Esta comisión estuvo compuesta por Florisabel Ramírez, profesora de la Universidad de Costa Rica; Dora Vega, presidenta de la Asociación de Esposas de Abogados; y Rosa E. Greñas M., Delegada Titular por Costa Rica.


Un jurado calificador, compuesto por la Princesa Lawes, presidenta de la Comisión Interamericana de Mujeres; Víctor Valle, miembro de la Comisión de Educación, Ciencia y Cultura de la OEA; y Violeta Matos, Delegada Suplente de Venezuela, se reunió en Washington en septiembre de 1986 para evaluar las 17 monografías presentadas. Tras el proceso de evaluación, declararon como ganadora a la monografía presentada por Rosalío Pereyra P. de Paraguay, otorgando menciones honoríficas a Celina García Vega de Costa Rica y Hernán Álvarez Catalán de Chile.


Cabe destacar que Celina García Vega fue la única mujer galardonada en este concurso, lo cual fue motivo de orgullo y alegría, considerándose un logro para las mujeres y para Costa Rica. La entrega de la mención honorífica a Celina García Vega se realizó durante la VIGÉSIMO TERCERA Asamblea de Delegadas de la Comisión Interamericana de Mujeres en Washington, en octubre de 1986. Posteriormente, se llevó a cabo un acto en Costa Rica, donde la mención honorífica fue entregada a García Vega por Fernando Bravo G., Director de la oficina de la Organización de los Estados Americanos en Costa Rica. En este contexto, el Comité Costarricense de Cooperación expresó su felicitación a Celina García Vega por este logro.


INTRODUCCIÓN


La Educación para la Paz ha evolucionado con base en la Investigación para la Paz, siendo clave en todos los niveles educativos. Se han convertido los resultados de la investigación en programas curriculares adaptables. La diversidad de sistemas políticos, económicos y culturales se refleja en la educación para la paz, generando distintas interpretaciones sobre su significado, contenido y metodología.


En este texto, se emplea el término "Educación para la Paz Normativa" para referirse a la educación que busca adquirir conocimientos para proteger y respetar los derechos humanos y los valores de una sociedad, así como para manejar conflictos de manera no violenta. Se propone realizarla en tres niveles de contexto y al menos en su primer círculo de significado, mediante la formación de estructuras autogeneradoras de paz.


El respeto a la vida es fundamental en la coexistencia, y debe reflejarse en la conducta. La base de la Educación para la Paz Normativa es su carácter normativo y la no violencia como elemento inseparable. Se distingue de otras corrientes en educación para la paz que no se fundamentan en estos elementos.


Las Naciones Unidas y sus organismos proveen importantes documentos para la Educación para la Paz Normativa, basados en valores y principios aceptados internacionalmente. Se destaca el papel de la UNESCO en el diseño y dirección de programas para la enseñanza de la paz.


La Educación para la Paz Normativa requiere un profundo conocimiento de los principios y valores de la paz, así como un análisis serio y equilibrado de los temas y argumentos. La autenticidad de la educación para la paz depende de la preparación responsable del educador y la metodología empleada. En este sentido, la educación para la paz sigue la tendencia de enfocarse más en el contenido curricular que en la didáctica y la pedagogía.


El trabajo invita a educadores e investigadores a contribuir al enriquecimiento de la educación para la paz en Latinoamérica.


Los Estudios para la Paz han evolucionado como disciplina académica, compuesta por tres componentes principales: Investigación para la Paz, Educación para la Paz y Manejo del Conflicto. Aunque separados en teoría, en la práctica se integran como una unidad pedagógica.


Tras la Segunda Guerra Mundial, los Estudios para la Paz comenzaron a sistematizarse como disciplina, primero en centros de investigación independientes y luego en instituciones de educación superior. Se ha alcanzado un nivel académico aceptable como disciplina, según señala Carey.


Los Estudios para la Paz se consideran una disciplina normativa, positiva y aplicada. Como disciplina normativa, parten de la idea de que la paz es preferible a la guerra y la violencia, y que estas últimas son aspectos culturales modificables. La corriente positiva permite el estudio del conflicto en todos sus aspectos para promover condiciones favorables para la paz.


La definición de paz es fundamental en los Estudios para la Paz, con enfoques que van desde la ausencia de guerra hasta la eliminación de la violencia estructural. Algunos argumentan que no puede haber paz sin justicia, mientras que otros consideran que la ausencia de guerra también es paz. Se destaca la importancia de analizar las estructuras sociales para comprender y abordar el conflicto y la violencia.


Los Estudios para la Paz se comparan a menudo con la medicina, ya que ambos abordan problemas complejos que requieren soluciones desde múltiples perspectivas. Mientras la medicina se enfoca en la salud y la enfermedad, los Estudios para la Paz se concentran en el conflicto y la violencia como problemas que requieren atención integral.


La relación entre la Investigación para la Paz y la Educación para la Paz es fundamental en la formación académica y la promoción de la paz. La Investigación para la Paz ha sido crucial para establecer el campo de la paz como disciplina académica después de la Segunda Guerra Mundial. Proporciona la información, datos y conclusiones que se utilizan en la elaboración de programas curriculares en todos los niveles educativos. Además, el estímulo a los estudiantes para llevar a cabo sus propias investigaciones como parte de la enseñanza fortalece la conexión entre investigación y educación.


Sin embargo, es importante distinguir entre la verdadera investigación y la simple recopilación de datos. La investigación implica el esfuerzo por descubrir algo nuevo, mientras que la búsqueda de datos se refiere a la recopilación de información ya existente. Esta distinción es crucial para garantizar un enfoque científico en los Estudios para la Paz.


La Investigación para la Paz se ha centrado en estudiar las causas y efectos de la violencia, tanto implícita como explícita, a nivel personal, estructural y macro. El trabajo pionero de Galtung inspiró un enfoque más amplio que incluye la consideración de privaciones emocionales y sociales como formas de violencia. Este enfoque ampliado ha llevado a una mayor atención a los individuos y comunidades oprimidas, así como a los problemas del Tercer Mundo.


El manejo del conflicto es un campo en rápido desarrollo y ampliamente aceptado académicamente. Se ha perfeccionado una variedad de técnicas y estrategias que fomentan la participación y la toma de decisiones. El manejo positivo del conflicto, ligado a la Educación para la Paz Normativa, es especialmente valioso en el contexto educativo, ya que crea un ambiente de justicia y participación plena en el aula.


La Investigación para la Paz ha contribuido significativamente al desarrollo de técnicas como los juegos de simulación y la teoría de juegos, que se utilizan para enseñar habilidades de resolución de conflictos. Estas técnicas fomentan la cooperación y la resolución pacífica de disputas, tanto a nivel personal como político.


En cuanto a la neutralidad y objetividad en la educación para la paz, es importante reconocer que la educación nunca puede ser completamente neutral. Las decisiones sobre qué información presentar y cómo presentarla implican inevitablemente juicios de valor. Por lo tanto, es crucial que los educadores fomenten el pensamiento crítico y la exploración de diferentes perspectivas, al tiempo que mantienen un equilibrio entre los diferentes puntos de vista.


La Educación para la Paz Normativa no puede ser neutral en asuntos de paz, derechos humanos y justicia social. Su objetivo es enseñar a los estudiantes cómo pensar de manera ética y responsable sobre estos temas, preparándoles para una vida en paz y fomentando el respeto por la libertad de opinión y el diálogo constructivo.


La Educación para la Paz ha enfrentado dos principales áreas de enfoque: la crítica a la educación tradicional y el desarrollo de nuevos programas curriculares. Respecto a la crítica a la educación tradicional, se señala que esta ha contribuido a la formación de líderes y políticos irresponsables, así como a perpetuar estructuras de violencia. Se destaca la necesidad de una transformación en la forma en que se abordan temas como la injusticia, la violencia y la guerra en los sistemas educativos.


En contraposición a la educación tradicional, se han desarrollado nuevos programas curriculares en el campo de la Educación para la Paz. Estos programas se centran en varios conceptos clave, como la estrategia global para fomentar la cooperación entre grupos oprimidos, la politización para comprender críticamente la relación entre la forma y el contenido de la educación, y el desarrollo de aversión hacia la violencia y la agresión.


Además, se abordan temas como la erradicación de prejuicios y estereotipos, la gestión positiva del conflicto y la promoción de la ciudadanía mundial y el federalismo global. Estos programas buscan promover una comprensión crítica de los problemas mundiales y fomentar la acción para la paz a través de la conciencia y la movilización.


En cuanto a la implementación de la Educación para la Paz, existen dos enfoques principales: integrar temas para la paz dentro del sistema educativo existente o establecer los Estudios para la Paz como materias separadas. La falta de cursos para formar educadores y la escasez de materiales educativos son desafíos significativos, especialmente en los países del Tercer Mundo. Sin embargo, se destaca la importancia de recopilar, adaptar y sistematizar los materiales existentes para facilitar la implementación de la Educación para la Paz.


Los temas de la Educación para la Paz abarcan una amplia gama de áreas, desde la planificación y el desarrollo de programas hasta la filosofía, los problemas mundiales, los derechos humanos, el desarme, la violencia estructural, la acción para la paz, la religión y la paz, el feminismo y pacifismo, entre otros. Estos temas son adaptables a todos los niveles educativos y proporcionan una base sólida para el desarrollo de la Educación para la Paz en diversos contextos y comunidades.


La educación para la paz se ha destacado por su crítica a la educación tradicional, señalando su falta de sensibilidad hacia los problemas globales y su contribución a la formación de líderes y ciudadanos que perpetúan estructuras de violencia. Se argumenta que la educación convencional a menudo presenta la injusticia como justicia, la violencia como heroísmo y la explotación como patriotismo, lo que refuerza las dinámicas de poder y desigualdad.


En contraste, los nuevos programas curriculares de educación para la paz buscan promover valores de cooperación, concordia y no violencia. Estos programas abordan una variedad de temas, desde la comprensión internacional hasta el desarme y la promoción de los derechos humanos. Se busca capacitar a los estudiantes para comprender y abordar constructivamente los conflictos, fomentando una cultura de paz y justicia social.


La implementación de la educación para la paz presenta desafíos, especialmente en regiones con escasez de recursos educativos y capacitación de educadores. Sin embargo, se reconoce su importancia como una herramienta fundamental para cultivar sociedades pacíficas y justas. Se necesita un compromiso colectivo y recursos adecuados para garantizar su efectividad y alcance en todos los niveles educativos.


CONCLUSIÓN


La educación para la paz se considera un medio efectivo para abordar los desafíos contemporáneos y construir un mundo más justo y pacífico para las generaciones futuras. Su promoción y desarrollo son esenciales para enfrentar las complejas realidades globales y fomentar una cultura de paz y respeto mutuo.

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