1996: Un año de expansión y siembra de paz en Costa Rica y Centroamérica

 

Educación-Paz-1996

1996: Un año de expansión y siembra de paz en Costa Rica y Centroamérica

1996: A year of expansion and sowing peace in Costa Rica and Central America

Nikole Céspedes Garita[1]

Resumen

En 1996, la Fundación CEPPA vivió un año de expansión y fortalecimiento institucional, llevando procesos de formación humana y cultura de paz a comunidades rurales, centros educativos, organizaciones sociales y centros penitenciarios en todo el país. A través de talleres vivenciales, jornadas de reflexión y espacios de diálogo, se promovieron valores como la empatía, la comunicación asertiva y la resolución pacífica de conflictos. El trabajo con mujeres, jóvenes, docentes y personas privadas de libertad evidenció un profundo impacto social y consolidó a CEPPA como referente en educación para la paz en Costa Rica y Centroamérica.

Abstract

In 1996, the CEPPA Foundation experienced a year of expansion and institutional strengthening, bringing human development and peace culture processes to rural communities, educational centers, social organizations, and prisons throughout the country. Through experiential workshops, reflection sessions, and spaces for dialogue, values such as empathy, assertive communication, and peaceful conflict resolution were promoted. The work with women, young people, teachers, and prisoners had a profound social impact and consolidated CEPPA as a benchmark in peace education in Costa Rica and Central America.

 

1996: Un año de expansión y siembra de paz en Costa Rica y Centroamérica

El año 1996 marcó para la Fundación CEPPA un punto de inflexión en su proceso de crecimiento institucional y en la consolidación de su misión educativa en Costa Rica y Centroamérica. Este periodo se distinguió por una expansión significativa de su presencia en territorios rurales, centros educativos, comunidades vulnerables y espacios penitenciarios, así como por el fortalecimiento de procesos formativos orientados a la construcción de una cultura de paz, el desarrollo humano y la convivencia solidaria. A lo largo de estos meses, la Fundación desplegó un trabajo sistemático que conjugó la cercanía comunitaria, la reflexión ética y la vivencia práctica de los valores humanos, evidenciando un compromiso sostenido con el bienestar integral de las personas.

Las primeras actividades del año iniciaron con un dinamismo notable en el IMAS de Santa Cruz, donde durante los días 22, 23 y 24 de enero se llevó a cabo un ciclo de talleres para funcionarios y beneficiarios de programas sociales. Este espacio permitió fortalecer capacidades vinculadas con la empatía, la responsabilidad social y la cooperación comunitaria, dando continuidad a una visión pedagógica que reconoce en la solidaridad el fundamento de la transformación social. Poco después, en marzo, la Fundación incursionó nuevamente en la labor penitenciaria mediante una jornada especial en el Centro Penitenciario El Buen Pastor, dedicada a la autoestima, la reconciliación personal y el desarrollo interior de las mujeres privadas de libertad. Las actividades continuaron ese mismo mes en Santa Cruz, con talleres de seguimiento centrados en la importancia del cambio personal como base para una convivencia más humana.

La expansión territorial de CEPPA se hizo visible durante los meses siguientes, con intervenciones en Liberia, San Sebastián y Puerto Jiménez, donde los equipos de facilitadores promovieron espacios de diálogo y talleres vivenciales orientados al crecimiento personal. Estas acciones fueron recibidas con profundo agradecimiento por parte de las comunidades, que valoraron la cercanía humana y el acompañamiento continuo que caracteriza el trabajo de la Fundación. En mayo, el despliegue comunitario alcanzó una intensidad notable en la región sur, con jornadas en Rivas, Ciudad Cortés, Pejibaye y Villa Ligia. En estos encuentros se desarrollaron procesos de formación en liderazgo, comunicación asertiva y resolución pacífica de conflictos, consolidando redes de participación ciudadana comprometidas con el fortalecimiento del tejido social.

Un hito destacado del año tuvo lugar en Tres Ríos, Cartago, donde del 24 al 26 de mayo se realizó un encuentro con el grupo de jóvenes de Iztarú. Facilitado por Celina García, con la cofacilitación de Lucrecia Montero y Nancy Becerra, este proceso marcó un momento significativo por su enfoque en el papel de la juventud como motor del cambio social. La promoción del liderazgo positivo, el respeto a la diversidad y la visión colectiva de futuro se convirtieron en pilares de un modelo formativo que buscaba empoderar a las nuevas generaciones en la construcción de sociedades pacíficas.

Durante junio y julio, la Fundación continuó fortaleciendo la educación para la paz en diferentes comunidades. Talleres en el Salón Comunal de Barrio San José y en la Escuela Betania reunieron a docentes y familias en reflexiones sobre educación emocional, convivencia escolar y enseñanza desde el afecto. Simultáneamente, en Ujarrás y Villa Ligia, la participación comunitaria mantuvo un alto nivel de compromiso con los valores de equidad, respeto y diálogo. Este período incluyó además un espacio clave para la vida institucional: el 1 de julio se realizó una jornada de reflexión y proyección en la sede de Barrio Escalante, dedicada a evaluar los logros y a renovar el compromiso con la misión socioeducativa.

El trabajo con mujeres en situación de vulnerabilidad también ocupó un lugar central. El 6 de julio, en Tirrases, CEPPA desarrolló un taller dirigido a jefas de hogar, con el propósito de fortalecer sus capacidades para el liderazgo familiar, la toma de decisiones y la gestión pacífica de los conflictos cotidianos. A la par de estas acciones, se produjo uno de los hitos internacionales de la Fundación: su participación en FUNPRES, El Salvador, del 10 al 19 de julio, representada por Celina García y Annia Vindas. Este intercambio permitió compartir la experiencia costarricense en educación para la paz y reforzar la cooperación con instituciones centroamericanas afines.

El segundo semestre del año mantuvo la intensidad transformadora del primero. Talleres en CEN-CINAI de Pérez Zeledón, en la Escuela Betania y en el Colegio Saint Clare brindaron espacios de reflexión sobre convivencia escolar, empatía y resolución de conflictos. Igualmente, la labor con docentes del PROMECUM reafirmó el compromiso de CEPPA con la formación de quienes educan. En agosto, la facilitadora Nancy Maltodano lideró un taller en la Escuela Gravilias de Desamparados enfocado en educación emocional y trabajo en equipo, mientras que comunidades como Mercedes, San Cayetano y Tirrases continuaron recibiendo procesos formativos en valores humanos.

El cierre del año fue igualmente fecundo. Durante octubre y noviembre se realizaron encuentros en el Salón Parroquial San Rafael Arcángel, en la Escuela Betania, en el Centro Penitenciario Buen Pastor y en Puerto Jiménez, consolidando un ciclo de aprendizaje que abarcó desde la comunicación empática hasta la reconstrucción de la autoestima. En Palmar, Barrio Luján, Platanares, Concepción de Tres Ríos y Orosí, la Fundación impulsó talleres que integraron la reflexión personal con prácticas comunitarias orientadas a la cooperación, el perdón y la armonía familiar. La labor penitenciaria también se extendió al Centro Penal La Reforma el 26 de noviembre, reafirmando la convicción de que toda persona puede iniciar un proceso de transformación interior.

El año concluyó el 4 de diciembre con una jornada de convivencia en las Piscinas de Palmar, donde participantes de diversas comunidades celebraron los logros alcanzados y renovaron su compromiso con la construcción de una cultura de paz. Este espacio simbolizó la unión de esfuerzos y la gratitud por un proceso compartido a lo largo de doce meses.

En conjunto, 1996 fue un año de expansión territorial, profundización pedagógica e impacto social sostenido. Las huellas dejadas en escuelas, parroquias, cárceles y comunidades rurales evidencian la coherencia entre la palabra y la acción, así como el papel transformador de la educación en valores. La dedicación de facilitadores como Celina García, Nancy Becerra, Lucrecia Montero, Kristen Grunberg, Annia Vindas y muchos otros reafirmó el espíritu humanista que caracteriza a la Fundación CEPPA. Con este recorrido, la institución se consolidó como un referente nacional y regional en la promoción de la paz, la formación ciudadana y la dignidad humana, dejando en 1996 un legado que continúa inspirando su labor hasta la actualidad.


[1] Nikole Céspedes Garita, Estudiante de Bachillerato en Ciencias de la Educación Preescolar, Universidad Americana, San José, Costa Rica.


No hay comentarios:

Publicar un comentario