Sembrando paz en cada comunidad: La historia de CEPPA en 1997

 

1997-RCC

Sembrando paz en cada comunidad: La historia de CEPPA en 1997

Sowing peace in every community: The story of CEPPA in 1997

Nikole Céspedes Garita[1]

Resumen

En 1997, la Fundación CEPPA vivió un año de expansión nacional, desarrollando procesos formativos en escuelas, universidades, comunidades rurales y urbanas. Con énfasis en comunicación asertiva, convivencia pacífica, liderazgo comunitario y empoderamiento de mujeres, las actividades recorrieron diversas provincias mediante talleres, jornadas espirituales y capacitaciones especializadas. El trabajo articulado con instituciones públicas fortaleció la participación social y la resolución pacífica de conflictos. Este año consolidó la presencia de CEPPA y sentó bases sólidas para la promoción continua de una Cultura de Paz en Costa Rica.

Abstract

In 1997, the CEPPA Foundation experienced a year of national expansion, developing training processes in schools, universities, and rural and urban communities. With an emphasis on assertive communication, peaceful coexistence, community leadership, and women's empowerment, activities took place in various provinces through workshops, spiritual retreats, and specialized training. The coordinated work with public institutions strengthened social participation and peaceful conflict resolution. This year consolidated CEPPA's presence and laid a solid foundation for the continued promotion of a Culture of Peace in Costa Rica.

Sembrando paz en cada comunidad: La historia de CEPPA en 1997

El año 1997 marcó para la Fundación CEPPA un periodo de notable crecimiento institucional y profundización de su labor social en Costa Rica. A lo largo de los doce meses, la organización amplió su presencia territorial y fortaleció su compromiso con la educación para la paz, la formación comunitaria y la promoción de valores humanos en diversos sectores de la población. El recorrido de ese año permite comprender no sólo la evolución de la Fundación, sino también la importancia de su aporte en un contexto nacional que comenzaba a demandar con mayor claridad espacios de diálogo, convivencia y participación ciudadana.

Las primeras acciones del año se desarrollaron en febrero en la Escuela Calle Girales de Tres Ríos, donde el trabajo con docentes y familias evidenció la necesidad de reforzar la comunicación asertiva y los vínculos escolares como pilares de una convivencia armónica. Ese impulso inicial se extendió luego a otras comunidades, como la Escuela Barrio Nuevo de Tejar y el Salón Parroquial de Orosí, donde el acompañamiento a grupos de jefas de hogar subrayó la importancia del desarrollo personal, la autoestima y el empoderamiento femenino en la construcción de una cultura de paz.

En marzo, CEPPA trasladó su labor a Ujarrás, concentrando sus esfuerzos en actividades de carácter espiritual y de reflexión colectiva. Estos encuentros consolidaron un sentido renovado de comunidad basado en el respeto, la solidaridad y la participación responsable. El trabajo realizado en esta zona reafirmó la apuesta de la Fundación por procesos educativos que integran la dimensión interior de las personas como fundamento para el cambio social.

El mes de abril llevó a la organización hasta la Universidad de Costa Rica, donde se abrió un espacio de diálogo con estudiantes y profesionales interesados en comprender la realidad social del país desde una perspectiva ética y humanista. La difusión de herramientas conceptuales y prácticas para la paz permitió consolidar puentes con el sector académico, reafirmando la necesidad de incorporar la convivencia pacífica en los procesos formativos.

En mayo, la presencia de la Fundación se extendió a la provincia de Heredia, concretamente a Cubujuquí y San Antonio de Belén. Allí se realizaron procesos de capacitaciones orientadas a fortalecer habilidades de mediación de conflictos y a promover redes sociales de apoyo. En estas comunidades, educadores y habitantes colaboraron con entusiasmo en el diseño de estrategias colectivas para fomentar ambientes más cooperativos, lo que reflejó la apertura creciente del país hacia iniciativas de prevención y resolución pacífica de conflictos.

La primera mitad del año culminó con una experiencia significativa en Barrio Amón, San José, donde del 9 al 13 de junio se impartió el Nivel Básico de formación en Cultura de Paz. Con la participación de facilitadores como Celina García, este proceso permitió profundizar en metodologías participativas centradas en la empatía, la comunicación no violenta y la responsabilidad social. La actividad marcó un hito en el fortalecimiento de capacidades para la transformación de relaciones interpersonales y comunitarias.

Durante el segundo semestre, la Fundación amplió su alcance territorial y programático. En Guanacaste, la Biblioteca Pública de Liberia acogió talleres liderados por la facilitadora Ana Pardo, dirigidos a analizar problemáticas locales y fomentar la cooperación comunitaria. En octubre, los esfuerzos se trasladaron a Upala, donde se trabajó simultáneamente con familias, docentes y jóvenes en procesos orientados al diálogo y la responsabilidad compartida. Paralelamente, entre el 2 y el 4 de octubre, CEPPA colaboró con las oficinas del IMAS, acompañando a jefas de hogar y funcionarios públicos en procesos de fortalecimiento del liderazgo social bajo la guía de las facilitadoras Elsa Abarca y Nancy Maldonado.

Ese mismo mes, las alianzas institucionales se hicieron especialmente visibles en la zona de Quepos, donde el trabajo conjunto con el IMAS generó espacios de encuentro para mujeres líderes y comunidades locales. Estos esfuerzos mostraron cómo la articulación interinstitucional puede potenciar la construcción de bienestar social. En Limón, el CEFCOAB y el Polideportivo JAPDEVA se convirtieron en escenarios de encuentros multiculturales facilitados por Aurora Vargas, Robin Cohen y Yolanda Hernández, quienes promovieron el respeto a la diversidad y la igualdad de oportunidades como bases para una convivencia pacífica en contextos diversos.

La presencia territorial de CEPPA también se extendió a Puntarenas, Jacó y San Ramón, donde se desarrollaron talleres con jefas de hogar, comunidades locales y personal de enfermería. En cada espacio, el enfoque se ajustó a las necesidades específicas: desde el fortalecimiento de la autoestima y el empoderamiento personal hasta el aprendizaje emocional en contextos de salud. Asimismo, se realizaron procesos en Quepos y en la Escuela Holanda en Barrio El Carmen, donde se fortalecieron habilidades socioemocionales y estrategias de resolución pacífica de conflictos en el ámbito educativo.

El año concluyó en las Piscinas de Puerto Jiménez, en un entorno natural que facilitó actividades vivenciales de reflexión, relajación y trabajo grupal. Este cierre simbólico reafirmó la convicción de CEPPA de que la educación para la paz es un proceso integral que involucra cuerpo, mente y espíritu.

En conjunto, las acciones de 1997 evidencian un año de profunda consolidación institucional, marcado por la expansión territorial, la diversificación de públicos y la maduración de una propuesta pedagógica centrada en la dignidad humana. La Fundación CEPPA no sólo sembró valores en cada comunidad visitada, sino que fortaleció las bases de un compromiso que continúa vigente: promover una educación transformadora y humana en todos los rincones de Costa Rica.


[1] Nikole Céspedes Garita, Estudiante de Bachillerato en Ciencias de la Educación Preescolar, Universidad Americana, San José, Costa Rica.


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